Las pestañas barren
la noche
dejando estelas
saladas.
Apenas veo las luces
de la ciudad
redondas y difusas
en un segundo mojado.
Súbitamente un silencio
como una caricia segura
calma el lamento
y salva el aire
que entumecido y gastado
oscila en el pecho
y renueva el aliento.
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